Si nos ponemos a reflexionar por un momento cuántas referencias, ideas, creencias, tendencias usan la inteligencia artificial como la tecnología que pondrá un fin para dar inicio a una nueva era. Una era donde tu coche podrá manejarse solo pero también podrá aprender y saber quién está dentro, y ofrecer una experiencia personalizada, seleccionando la música, la luz ambiental, el aire acondicionado e incluso el camino si se da cuenta de que la plática con el otro pasajero está pronosticada a durar más del tiempo estimado de llegada.
Pero, qué pasa cuando hablamos de un mundo, una sociedad, una economía que se mueve en torno a la IA. Actualmente esta tecnología está tomando fuerza en distintos sectores como la manufactura, donde máquinas y robots realizan labores como empaquetado y acomodo con la programación adecuada. Usan sensores para determinar la calidad del producto y saber si puede pasar a la siguiente etapa de producción y están en constante monitoreo de su estado. En la salud, actualmente se usa la IA para ayudar a los médicos a generar diagnósticos más precisos y poder ofrecer al paciente una experiencia que lo haga sentir en constante cuidado a pesar de no tener la presencia del médico en todo momento. En la educación se habla de análisis de expresiones para determinar si un alumno está aburrido, estresado o adentrado a la clase para así ofrecer una mejor educación, incluso una IA que apoye a los docentes a mejorar su dominio en la materia. La habilidad de leer más reportes financieros de las empresas usando el procesamiento de lenguaje natural puede apoyar a los inversionistas a generar estrategias más rápido. Por último, un asistente completamente inteligente. Conocemos a Alexa, Siri y al asistente de Google, sin embargo, estas compañías constantemente buscan hacer de ellas un ente que por sí solo pueda entablar una conversación natural o que no necesite de comandos específicos para realizar una acción. Como mencionamos, estas aplicaciones existen y cada uno busca llegar más lejos, la pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué tan lejos DEBE llegar la Inteligencia Artificial?. Nadie niega que esta tecnología cambiará al mundo y la forma en la que nos desenvolvemos en nuestras actividades diarias, pero que tanta participación debe tener la IA en nuestras vidas, ¿Existe un límite?. Hablemos de un término muy interesante: la rutina. Regularmente nuestras actividades diarias están formadas por rutinas, una serie de pasos a seguir. Con esto en cuenta, la Inteligencia Artificial tiene la capacidad de realizar tareas rutinarias, incluso con más rapidez y efectividad que los humanos, como hacer el super, responder una llamada, lavar platos y en el ámbito laboral, se podría decir que puede hacer nuestro trabajo si le decimos los pasos a seguir. Las IA evolucionan, aprenden, se optimizan, ahora si les damos la oportunidad de hacer nuestras tareas llegará un punto en el que simplemente las harán mejor que nosotros, esa fruta que te tardas en escoger 3 minutos, la IA lo hará en menos de un segundo. Las inversiones las hará la IA sin caer en sentimentalismos de mercado. Y hablando de sentimentalismos, en el caso anterior mostramos un punto a favor de la tecnología, sin embargo, en la mayoría de los casos, las emociones y los sentimientos son las cosas que definen nuestro éxito, la compasión y la empatía. Una IA no podrá entender nuestra mente, nuestros deseos, de los cuales nació la creatividad y la creación de la misma máquina. Eso, crear, una IA no crea, solo actúa y justamente hacia allá es para donde el futuro lejano de la IA está. Un futuro en el que la máquina pase a ser consciente, además de inteligente. Un futuro en el que tendrá que decidir con base en sentimientos, bloquear un tuit porque “cree” que es inapropiado o una noticia porque “será mejor que la veas en otro momento”. Al mencionar la autonomía y sentimientos de una IA, nos encontramos con una pregunta muy interesante: ¿Cómo se le considera?. Pues sí puede llegar a ser una mente propia y con todo lo que mencionamos anteriormente, podría decirse que es una persona, sin cuerpo físico.
Con eso planteado, ¿qué pasa cuando una IA comete un error?. ¿Deberán existir leyes e incluso derechos para ellas?. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a llegar y permitir la participación de una IA en nuestras vidas?. En el amor, la agonía, en las decisiones familiares, privadas o en temas políticos. ¿Podría una IA ser mejor presidente que un humano?. Hasta ahora, son puras especulaciones, pero de ser así, nos enfrentaríamos a cambios trascendentales en toda la extensión de normas y leyes. Incluso en el lenguaje. Es por eso que la IA marcará el fin e inicio de una nueva era.